El próximo jueves 15 de noviembre a las 19h se celebrará la presentación de "Trigonopoesía" en Educania Librería (C/ Sociedad, 10).
Presentará el acto Antonio González Frutos y contaré con la colaboración (voz y guitarra) de Pepe Hernández.
domingo, 4 de noviembre de 2018
martes, 26 de abril de 2016
Mundo perdido
(Texto incluido en "Palabras tuertas" pág. 43)
Catapultas
tu mente a una vida de viejas calles, donde el colegio que guarda tu niñez ya
no huele a nuevo. Las aceras, carcomidas por una lluvia ácida, esperan ser
renovadas por otras pisadas distintas a tu treinta y siete. Pero aún quedan
años para eso.
¿Recuerdas
aquellos columpios que te mecían el alma? Ahora los mueve el peligroso viento
que llamó a la muerte a valientes héroes anónimos. Valioso plomo inútil,
sirviendo de consuelo a los tontos que acudieron a salvar su patria. ¡Benditos
superhombres ingenuos!
El
sarcófago agrietado llora en sus nuevas grietas la viscosidad nuclear que
mancha tu mundo perdido, tu Chernobyl.
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Fotografía encontrada en Internet, desconozco la autoría. |
viernes, 1 de abril de 2016
Presentación de "Palabras tuertas" en Centro Integrado de La Poveda
El pasado 1 de abril del 2016, estuve presentando "Palabras tuertas" en la localidad donde todavía juega mi infancia. Me encontré con muchos amigos, familiares y desconocidos que se acercaron a arropar este nuevo poemario.
Fotos de Gemma Caballero.
Fotos de Gemma Caballero.
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Seleccionando poemas de "Palabras tuertas" |
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La pareja: "Telegramas" y "Palabras tuertas" |
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En el Centro Integrado de La Poveda. |
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Con la Concejala de Cultura de Arganda del Rey, Montse Fernández |
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Antes de leer "Mordaza" poema de "Palabras tuertas" |
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Poesía entre el público |
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Firmando. |
lunes, 28 de marzo de 2016
viernes, 11 de marzo de 2016
Madrid 11
Poema incluido en "Palabras tuertas", pág. 63.
Sobre el pozo, la niña tocha
no hace caso a la eugenesia.
Marzo revive los bulbos silvestres
allí donde pereció la ingenuidad.
Pelea el hierro con el difuminado rostro,
haciendo justicia a quien llevó en su sangre.
sábado, 24 de octubre de 2015
domingo, 27 de septiembre de 2015
"Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café", reseña
"Cuentan que en el cielo, las nubes se tumban bocabajo y observan ensimismadas las formas y movimientos de los hombres. También cuentan que en los bosques de personas, los árboles marcan, a cuchillo, espaldas y barrigas con algún que otro corazón de enamorado." Así empieza "Cruda irrealidad" el primer relato de "Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café", de Isaac Pachón Zamora.
Dicen que un libro gana el equilibrio del lector –cual funambulista– en la primera oración que se le ofrece. Es cierto, esa es una de las armas que utiliza Pachón para servirte el café caliente, de esos que te hacen reposar la taza sobre la mesa y divagar entre dos realidades: la tuya y la que te retrata el autor.
Tras varios metros de cable, el lector pierde miedo a las alturas, quedándose prendado de "Caroline" o del baile de zapatos de "Bellini" –he de confesar, mis dos favoritos; pero esto viene de atrás– y se adentra en la magia que Pachón transmite con sus historias, sacando a ese niño que llevamos dentro: ¡viva la magia, viva "El Gran Loussini"!
Las historias se crearon para viajar, y quien diga lo contrario miente. No dejarás de hacerlo, de una ciudad a otra, de un cuento a otro, de "Los libros que nadie quiere" a "El herbolario de Abdul al-Fida", siendo "Prisionero" de unos personajes que te harán jugar.
Este "Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café" no está escrito en un solo instante, y eso el lector lo percibe al contemplar el cariño con el que el autor ha tratado sus historias. Cabe destacar también el maravilloso trabajo de portada que ha realizado Alfonso Casas y el mimo con el que Paula Campos abraza a Pachón en el prólogo.
Finalizo esta reseña citando la primera línea del último relato del autor; os dejo en buena compañía, al otro lado del cable: "No me fío de la palabra 'fin'".
Dicen que un libro gana el equilibrio del lector –cual funambulista– en la primera oración que se le ofrece. Es cierto, esa es una de las armas que utiliza Pachón para servirte el café caliente, de esos que te hacen reposar la taza sobre la mesa y divagar entre dos realidades: la tuya y la que te retrata el autor.
Tras varios metros de cable, el lector pierde miedo a las alturas, quedándose prendado de "Caroline" o del baile de zapatos de "Bellini" –he de confesar, mis dos favoritos; pero esto viene de atrás– y se adentra en la magia que Pachón transmite con sus historias, sacando a ese niño que llevamos dentro: ¡viva la magia, viva "El Gran Loussini"!
Las historias se crearon para viajar, y quien diga lo contrario miente. No dejarás de hacerlo, de una ciudad a otra, de un cuento a otro, de "Los libros que nadie quiere" a "El herbolario de Abdul al-Fida", siendo "Prisionero" de unos personajes que te harán jugar.
Este "Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café" no está escrito en un solo instante, y eso el lector lo percibe al contemplar el cariño con el que el autor ha tratado sus historias. Cabe destacar también el maravilloso trabajo de portada que ha realizado Alfonso Casas y el mimo con el que Paula Campos abraza a Pachón en el prólogo.
Finalizo esta reseña citando la primera línea del último relato del autor; os dejo en buena compañía, al otro lado del cable: "No me fío de la palabra 'fin'".
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(Para adquirir "Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café" pincha en la imagen) |
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